La disfunción sexual en las mujeres es común y puede impactar muchas facetas de la salud, incluyendo el estado de ánimo y calidad de vida. Las dificultades en la función sexual pueden afectar la motivación del individuo para el sexo (es decir, deseo sexual, libido, interés), capacidad de convertirse excitado sexualmente (excitación sexual, excitación sexual), así como la capacidad para el orgasmo (es decir, silenciado, retrasado o ausente). Desafortunadamente, muchas mujeres sufren en silencio por la falta de formación universal en los programas de formación en salud y medicina, para el tratamiento de la disfunción sexual.

Es importante comenzar a validar y abordar los problemas de salud sexual en el ámbito clínico. Hay evidencia sólida a favor de la terapia basada en la atención plena y la terapia cognitiva conductual, y aunque se cuenta con menos estudios, hay evidencia sólida a favor de los enfoques psicoeducativos.

También existen opciones farmacológicas para el tratamiento del trastorno del deseo sexual hipoactivo femenino. La flibanserina y la bremelanotida son opciones aprobadas por la FDA que pueden beneficiar a las mujeres premenopáusicas, mientras que la testosterona transdérmica mejora el deseo en las mujeres posmenopáusicas.

Es importante que los proveedores de atención médica exploren los posibles factores contribuyentes y determinen el tratamiento desde un modelo de toma de decisiones compartida y centrado en el paciente.

Fuente:

• Brotto, L. & Altas, M. (2024). New management approaches for female sexual dysfunction. Current Opinion in Obstetrics and Gynecology, 36 (5), 372-377. doi: 10.1097/GCO.0000000000000984.