El síndrome de COVID prolongado, también conocido como "long COVID" o "COVID persistente", se refiere a una serie de síntomas que persisten durante semanas o meses después de la recuperación inicial de la infección por SARS-CoV2, el virus que causa COVID-19. Este fenómeno ha sido objeto de creciente atención e investigación desde el inicio de la pandemia, hasta la fecha.

Las manifestaciones del COVID prolongado son bastante heterogéneas, pueden afectar diferentes aparatos y sistemas y además, cambiar con el tiempo. También ha sido identificado que varias personas con COVID prolongado tienen condiciones pre existentes (como asma, alergias, trastorno de déficit de atención, dolor músculo esquelético, insomnio, cefaleas y fatiga crónica), que podrían exacerbar o ser exacerbadas por la enfermedad.

Entre los síntomas que caracterizan al COVID prolongado están:

• Fatiga crónica: una de las quejas más comunes, que puede ser debilitante.
• Dificultad respiratoria: sensación de falta de aire o dificultad para respirar.
• Problemas cognitivos: a menudo descritos como "niebla mental," que incluye dificultades de concentración, memoria y claridad mental.
• Dolores musculares y articulares: malestar generalizado que puede imitar condiciones reumáticas.
• Alteraciones del sueño: insomnio o mala calidad del sueño.
• Síntomas psicológicos: ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático.

Los estudios epidemiológicos han reportado que algunos grupos demográficos (por ejemplo mujeres de 35-50 años, nivel socioeconómico bajo, personas con DM2, alergias, asma, falla cardiaca, enfermedad renal crónica, individuos que tuvieron una enfermedad aguda severa, personas con elevado índice de masa corporal y no vacunados, tienen mayor riesgo de padecer COVID prolongado, que otros.

Dado que el COVID prolongado no tiene una cura definitiva, su prevención es crucial. La mejor forma de prevenirlo es mediante la prevención de COVID-19, a través de las medidas de salud pública ya establecidas como el uso de cubrebocas y mantener espacios ventilados. La vacunación es otra medida importante para su prevención. En un meta análisis con un total de 620,221 participantes, se estimó que dos dosis de vacunas reducen el riesgo de COVID prolongado en un 36.9% y con 3 dosis se reduce a 68.7%. En personas que ya tienen COVID prolongado la vacunación tiene un efecto variable pero en general reduce el efecto de infecciones recurrentes y por tanto se recomienda aplicar en personas que no tengan ninguna contraindicación.

Dado que la severidad de la enfermedad aguda es otro de los factores de riesgo para el desarrollo de COVID prolongado, las intervenciones como administrar antivirales podrían atenuar los síntomas agudos y proveer al menos una protección parcial contra el COVID prolongado. En un estudio retrospectivo realizado en Hong Kong, se sugirió un efecto protector significativo del uso de nirmatrelvir con ritonavir, incluyendo una disminución significativa de la mortalidad post fase aguda, aunque se requieren de más estudios controlados. En otra línea de investigación, por ejemplo, en un estudio realizado en Japón se analiza el uso de ensitrelvir utilizado en la fase aguda también confiere protección contra el desarrollo de COVID prolongado. 

Fuente. Greenhalgh T, Sivan M, Perlowski A, Nikolich JŽ. Long COVID: a clinical update. Lancet. 2024 Aug 17;404(10453):707-724. doi: 10.1016/S0140-6736(24)01136-X. Epub 2024 Jul 31. PMID: 39096925.