En la última década ha tomado auge el estudio de la microbiota intestinal y se le ha implicado en múltiples enfermedades. La encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica a menudo pasa desapercibida o ignorada, a pesar de que es una entidad cuya prevalencia en la población varía entre el 6 y 32%. Hay suficiente evidencia que apoya la afectación neurológica, inmunológica, infecciosa, muscular y endocrina en el síndrome de fatiga crónica, sin embargo su fisiopatología aún no es tan clara.

En diversos estudios se ha postulado la asociación entre el síndrome de fatiga crónica y el microbioma. Se han postulado teorías acerca de que el uso de antibióticos a lo largo de la vida favorece que la composición de la microbiota intestinal sea un factor de riesgo para la presentación del síndrome de fatiga crónica. Algunos de los mecanismos por los cuales esto ocurre son: disbiosis intestinal, alteración de la actividad del eje cerebro-intestino, aumento de la permeabilidad intestinal con traslocación bacteriana concomitante y reducción de ácidos grasos de cadena corta, metabolismo del triptófano alterado y disminución en la actividad de la quinurenina. La vía de la quinurenina se activa en momentos de estrés e infección y se ha implicado en la fisiopatología de los trastornos neurodegenerativos y psiquiátricos.

Aunque todavía no está clara la causalidad entre la disbiosis intestinal y el síndrome de fatiga crónica, existe un potencial terapéutico que habría que explorar por medio de estudios longitudinales. Algunas de las opciones para la manipulación del microbioma incluyen la ingestión de probióticos y el trasplante fecal de microbiota. 

Fuente: König RS et al. The Gut Microbiome in Myalgic Encephalomyelitis (ME)/Chronic Fatigue Syndrome (CFS). Front Immunol. 2022 Jan 3; 12: 628741.